Estuve viendo la película 2012, que trata sobre el fin del mundo, lo que me recordó que, desde que tengo uso de razón, he visto personas como Charlie, anunciando el fin del mundo, con o sin teorías de conspiración. Cuando era niña y preguntaba sobre ellos, los adultos siempre me respondían que la persona en cuestión estaba fuera de sus cabales. Mientras fui creciendo, así lo creí e, incluso, pensaba lo mismo. Sin embargo, llegó un momento en que ya no me lo parecía tanto porque, aceptémoslo, el fin del mundo sucede a diario para quien muere y la muerte no es patrimonio de los ancianos, como suele pensarse.
Se puede morir a cualquier edad, incluso antes de nacer, aunque en las últimas décadas, los índices de mortalidad infantil y juvenil han disminuido y la expectativa de vida ha aumentado, gracias a los avances médicos. Suele decirse que sólo había dos cosas seguras en la vida: los impuestos y la muerte, pero hace poco leí que en Bahrein no se pagan impuestos, así que la muerte gana y se convierte en lo único que tenemos asegurado en esta vida.
Mi padre siempre dice que el único requisito para morir es estar vivo, por lo tanto, no olvides vivir cada día como si fuera el último, porque cualquier día puede llegar el fin del mundo y no querrás que te agarre desprevenido.